Atardece en la Montevideo nuestra, ciudad hermana y amiga de uruguayos, porteños, brasileiros y gentes de lejanos orientes. Igual sensación así de Paz muy casi nunca probé en mis viajes alrededor del mundo. Mientras en otras plazas, sitios y rincones los desastres suelen dar las bienvenidas a la Nueva Era, por allí, en las callejuelas de la Ciudad Antigua, en las anchas y arbolizadas avenidas con un senfín de librerías, galerías, marroquinerías y casas de cambio el tiempo sugiere estar perezoso, tranquilito a mirar los charrúas en su caminar casi durmiente sorbiendo su mate, cruzando la mirada entre las Ramblas del Río de la Plata y el bulicío de la gente animada... Recuerdos de un viaje...
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